Busquedas

Búsqueda personalizada

Traductor

Traductor
English French German Spain Italian Dutch Russian Portuguese Japanese Korean Arabic Chinese Simplified
Quiero esto en mi Blog!

22 nov 2011

Homenaje a un amigo. Hasta pronto Carlos.

Hace algunos años por circunstancias de la vida residí por un tiempo en Buenos Aires (Argentina), ciudad de contrastes y fuertes pasiones como el fútbol y el tango. Pero Buenos Aires es más que eso, también es tierra de escritores: Guiraldes, Hernandez, Leopoldo Lugones, Adolfo Bioy Casares,Vrginia Ocampo Alfonsina Storni, Borges, entre otros.
Por la noche Buenos Aires revive y comienza una nueva jornada, cines, teatros, cafés, peñas y tertulias brotan como hongos nocturnos, es el otro lado de la ciudad, el más efervescente y bohemio.
En una de esas noches le conocí, entró en aquel pequeño café de Avellaneda con su guitarra, la barba espesa y negra al igual que sus cabellos que caían por debajo de los hombros, su ropa pedía a gritos un cambio, parecía llevarla desde siempre, eso sí, estaba limpia.
Habló con el camarero de detrás de la barra y a continuación comenzó  a tocar, los primeros acordes redujeron el murmullo del local, pero cuando comenzó a cantar el silencio fue total, su voz era profunda y quebrada, quizás algo rasposa por el alcohol, pero era la justa para cantar aquellos tangos. Después de desgranar media docena de temas realizó una pausa para beber algo, me acerqué y le invité a mi mesa, esa noche nació una amistad que continuó los cinco años más que viví en aquella ciudad y que se prolongó a lo largo del tiempo a través de cartas, él nunca fue amigo de mails, "lo siento muy frío, en cambio cuando cojo papel y bolígrafo me parece que tengo a la persona que le escribo al lado mío" así explicaba su rechazo al ordenador.
Durante el día regentaba una pequeña librería de libros usados que por las tardes se convertía en una tertulia literaria cuando llegaban sus amigos, escritores noveles, algún filósofo trasnochado, algún pintor o escultor, entre otros personajes variopintos, incluido yo.
No era raro el día que se bajaba la cortina del local y pasábamos a la trastienda que era su hogar y cambiábamos el café por el vino tinto y alguna cosa para picar y nos dieran las tantas de la madrugada hablando de libros, política (eran años de dictadura en aquel país), filosofía o que la guitarra corriera de unas manos a otras (no las mías, que soy negado) y se escuchara tango, zambas y chacareras; (música folclórica típica del rural) o incluso algún blues.
 Aquel librero, cantor, poeta, escritor, tertuliano y amigo se llamaba Carlos Rodriguez, era un hombre culto, sencillo, apasionado, amable, soñador, juerguista, pensador, pero sobre todo un amigo fiel o como suele decirse amigo de sus amigos.
Hace un par de días me llegó una carta, no era suya, era un compañero de aquellas noches, Carlos había fallecido una semana antes de un ataque al corazón por la noche mientras me escribía una carta la cual adjuntaba; al revisar sus papeles habían encontrado mi dirección y la de alguna otra persona y por eso nos escribió.
Amigo, te has ido pero nos has dejado el alma rebosante de recuerdos y por eso no te digo adiós, sino hasta pronto.
Este es mi pequeño homenaje a tu persona.
______________________________________________________






A ritmo de tango fue nuestra vida
una mano en tu cintura ávida,
la pasión del corte y quebrada
rematada con una sentada.

Suena el rezongar del fuelle
bajo la luz del muelle,
donde hay un malevo
buscando percanta de nuevo.

Las casas coloridas de la boca
con sus ventanas abiertas,
nos empujan a la noche loca
de sacar al suelo virutas.

Se une el llanto del violín
con versos de discepolín,
y musica de villoldo
por el conventillo todo.

A ritmo de tango
fue mi vida
a ritmo de tango
es mi despedida.